sábado, 14 de mayo de 2016

Buenas Obras, una Gracia de Dios (3)

En las distintas partes del mundo y de la historia y en las distintas culturas, han habido concepciones muy diversas respecto a la moral y la espiritualidad, pero muchas de ellas han hablado del amor y a favor de la paz y la justicia. En general, solemos ver todas esas ideas como buenas y solemos concluir que hay distintos caminos para un mismo fin. Yo creo que hay luchas comunes en este mundo que compartimos y que podemos aprender del otro, pero que los fines que buscamos son distintos y que hablamos de cosas distintas.

Debo enfatizar, sin embargo, que la propuesta bíblica es de las pocas que está centrada realmente en el amor como fundamento inamovible. Un amor que considera una unión profunda y afectuosa con toda la humanidad y la creación en general, que tal vez es similar a la unión y dependencia que sentían muchos pueblos indígenas con la madre tierra, así como los cristianos nos sentimos unidos y dependientes del Dios que creó esa tierra y de la cual provenimos, desde la cual nos provee y a la cual paramos luego de morir. También debo decir que este es un concepto completamente distinto al de la mayoría de las religiones orientales, que si bien hablan aparentemente de lo mismo, en realidad hablan del desapego para con todo eso.

Las religiones abrahámicas (principalmente judaísmo, cristianismo e islamismo) tenemos obviamente un concepto similar y anhelamos el reino de Dios. Pertenecemos a una misma familia de religiones y compartimos gran parte de la revelación bíblica. Sin embargo, el rol del mesías y los diferentes conceptos de qué es el "pueblo de Dios" concluyen en propuestas realmente distintas. Y así mismo... en la historia de la Iglesia se han infiltrado muchas ideas orientales de desapego y tampoco se ha honrado el concepto bíblico de mesías y de "pueblo de Dios".

Pido disculpas por mi escueto análisis inter-religioso, pero no es mi intención hacer acá uno más profundo y serio. La pregunta es la siguiente: ¿Qué es el amor y cómo se tiene esa unión plena de afecto con todo lo creado, que también se relaciona a buenas obras de justicia y de paz?

Muchos hablan de amor, refiriéndose a cosas distintas. No hay nada de malo en eso. La palabra "amor" tiene distintas acepciones relacionadas con el afecto, el apego, el respeto, el deseo, la seducción, la pasión, etc... cosas generalmente buenas que puede vivir cualquiera, sea que conozca a Dios o no. Así mismo, en la Biblia no siempre se usa la palabra "amor" de forma positiva, por ejemplo, cuando se critica el amor al dinero.

Pero respecto a ese amor central por el cual nos estamos preguntando, la Biblia responde diciendo: "Dios es amor". Al proclamar que "Dios es amor", no caigamos tanto en dar atributos a Dios de lo que cada uno entiende que es el amor, entendamos más bien que es a Dios a quien debemos unirnos y a partir de Él y su Palabra entenderemos cuál es el bien que hemos de ejercitar. Este amor no es un sentimiento, algo etéreo, sino alguien concreto al cual nos entregamos por completo, así como Él se entregó por completo por nosotros.

El amor es el centro inamovible de la fe bíblica, no solo porque san Juan diga que "Dios es amor" ni solo porque los mandamientos se resumen en "ama a Dios con todo tu ser y al prójimo como a ti mismo", sino porque se enfoca en las relaciones que se quebraron y que han de ser reconciliadas. Porque se trata de un Dios que se presenta a sí mismo como nuestro padre, nuestro cónyuge, nuestro hermano y que nos llama a no poner tanto la mirada en lo que nosotros hacemos de bueno, sino que en las buenas obras que Él ha hecho para llegar a nosotros.

En resumidas cuentas... el verdadero amor y las obras verdaderamente buenas son de Dios. Nuestras obras, nuestras filosofías y nuestras religiones son caminos humanos fracasados para llegar a Dios. O tal vez han sido caminos exitosos para llegar a algún otro fin anhelado. Pero respecto a Dios, el único camino efectivo es el que Dios ha hecho hacia nosotros, en el que se muestra el verdadero amor que nos une plenamente en paz y justicia. Así es, el camino a Dios es solo uno, el que ha hecho Dios hacia nosotros: Cristo Jesús, nuestro Señor.

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