martes, 24 de febrero de 2015

¿A quién representa Javier Soto? ¿Qué es ser evangélico?

Extraído del Blog de Nación Juvenil:
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Publicado  por Josaphat Jarpa




Javier Soto, sin querer queriendo, ha puesto nuevamente en disyuntiva la identidad evangélica, ¿Qué significa ser evangélico en Chile hoy? ¿Quiénes son nuestros representantes? ¿Cuáles son los valores que promueve el evangelio?

El tema de la “representatividad” es un tema lleno de complejidades. La génesis de las Iglesias evangélicas, no es otra que la disidencia a los postulados de la Iglesia Católica durante el siglo XV, que luego desemboca en 1517 en la Reforma protestante. El surgimiento de una gran cantidad de movimientos religiosos contrarios la Iglesia Católica, y a la vez, disidentes a las nuevas propuestas de cristiandad que iban surgiendo bajo el lema de “La Reforma”, va instalando diversos movimientos bajo el paraguas del Cristianismo. De ahí hasta el día hoy existen diversas expresiones cristianas no Católicas, identificadas como Iglesias Protestantes y/o Iglesias Evangélicas.

Diferentes esfuerzos se han realizado para llegar a la unidad institucional de los diferentes movimientos evangélicos, datan de una importante cantidad de encuentros fallidos como lo fue de la Alianza Evangélica en Londres en el siglo XIX donde por el tema de la esclavitud no se llegó a consensos definitorios, hasta ya el año 1851 . Otra alianza que se trató de realizar fue la del Concilio Mundial de Iglesias, que nace de la post-guerra, y reúne a las iglesias protestantes mayormente de Europa, desde ahí en 1974 se van del CMI las Iglesias más conservadoras y realizan el encuentro de Lausana, como otro intento de unificación dentro del protestantismo. Es decir, a nivel global, no existe tal representación única, son distintas Iglesias y movimientos que comparten lugares de encuentro, pero que no significa necesariamente la “unidad doctrinal”, lo cual no existe. No existe tal Vaticano evangélico.

En América Latina fueron dos principales agrupaciones que intentaron reunir a las diferentes iglesias protestantes y evangélicas, su rol no fue el de instalar normas juridiccionales a las Iglesias miembros, sino más bien de diálogo y cooperación en desafíos comunes, estas son la Confraternidad Evangélica Latina (CONELA) que representaba el sector más conservador y el Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI) a los sectores progresistas.

En Chile el mapa evangélico lo podríamos identificar en tres principales grupos:
               
      1)       Las Iglesias Históricas (también de Trasplante o de Migración): Iglesias provenientes de Europa y los Estados Unidos, entre las cuales están las Iglesias Luteranas, Anglicanas, Reformadas, Metodistas; con sistemas de gobiernos democráticos, sus pastores mayormente tienen una formación teológica de 5 o más años. En este grupo de Iglesias es posible encontrar las vertientes más antagónicas de la política chilena, personas afiliadas desde la UDI hasta el PS que incluso pueden participar de la misma denominación. Así también acá se encuentran los sectores progresistas o “liberales” del mundo evangélico. Sus miembros pertenecen al sector medio alto y medio bajo de la sociedad.
   
      2)      Las Iglesias Misionales o Evangelicales: Iglesias de una identidad “misionera”, provenientes desde el Sur de los Estados Unidos, entre las cuales están las Iglesias Bautistas, Aliancistas, Centros Bíblicos; con sistemas de gobierno congregacionales, los pastores mayormente con una formación teológica conservadora, hija del fundamentalismo evangélico que nace en EEUU a principios del siglo XX, enemigos del liberalismo teológico, el humanismo, el feminismo, el ecumenismo y el comunismo. Identificadas con la “American Religion”, difunden poderosamente su visión teológica a través de los tele-evangelistas y una gran movilización misionera. En los años 70 en plena época de las “revoluciones Latinoaméricas”, se levanta desde este sector un movimiento evangélico disidente a la dependencia teológica norteamericana, que pasa luego llamarse la Fraternidad Teológica Latinoamericana. Esta logró convocar a un importante grupo de pastores, líderes e intelectuales evangélicos que se distancian de la teología fundamentalista y crean una nueva lectura teológica llamada “Misión Integral”.

      3)      Las Iglesias Pentecostales: En términos cuantitativos, este es el sector más importante y por lo mismo lo subdividiremos en tres grupos para una mejor comprensión:

          a.       Iglesias Pentecostales Tradicionales o Históricas: El movimiento Pentecostal chileno nace en 1909 en el seno de la Iglesia Metodista en lo que se ha denominado el “Avivamiento Pentecostal”. Desde esa primera separación han sido tres Iglesias las más emblemáticas dentro del movimiento pentecostal: La Iglesia Evangélica Pentecostal, la Iglesia Metodista Pentecostal y la Iglesia Unida Metodista Pentecostal. Sus sistemas de gobiernos son jerárquicos, sus pastores son designados, sin el requisito de haber tenido alguna preparación teológica, por ende la influencia de los sectores fundamentalistas en la teología pentecostal provoca una indefinición a pesar de los intentos de algunos intelectuales pentecostales de hacerlo, ya que se le otorga una mayor relevancia a la práctica que a la teorización de la fe. Sus miembros se encuentran mayoritariamente en los sectores populares, y su identidad política es desconocida, ya que habita un discurso dualista de lo sagrado y lo profano, excluyendo entonces a la política y lo político dentro de los intereses discursivos de las comunidades.

         b.      Iglesias Neo-Pentecostales: Iglesias que tienen una matriz pentecostal, pero que han reformulado sus prácticas litúrgicas. Algunas de ellas provienen de EEUU y de países latinoamericanos, como las Asambleas de Dios, las Iglesias de la Viña. El sistema de gobierno es diverso aunque mayormente tiene una centralidad pastoral, los pastores tienen una formación teológica en centros ligados al fundamentalismo, aunque también dentro de este mismo grupo de iglesias existen otros movimientos teológicos como la teología de la prosperidad o la reforma apostólica profética. Sus miembros se encuentran en los sectores medios bajos, aunque en estos últimos años se han acercado con mayor fuerza a sectores medios altos de la sociedad. 

        c.       Iglesias Pentecostales Autónomas: Iglesias hijas de las Iglesias Pentecostales “tradicionales”, o subdivisiones de otras Iglesias Pentecostales Autónomas. Mayormente mantienen la doctrina de sus Iglesias Madres, aunque gozan de mayor libertad teológica/doctrinal al no estar en una estructura institucional. Estas Iglesias nacen de las iniciativas de hermanos que deciden conformar nuevas comunidades, que luego se siguen subdividiendo. No es requisito la formación teológica para ser pastor, sino más bien su testimonio. Al no tener una sistematización teológica propia, absorben del pensamiento evangélico hegemónico, principalmente de los medios de comunicación evangélicos como es la Radio Armonía, y el Canal ENLACE TBN. Curiosamente, es en este sector donde existe mayor participación política, mayormente identificados con las proclamas de la derecha en relación a la moral sexual. Es en este grupo, donde precisamente se encuentran personas como Emiliano Soto, presidente de la Mesa Ampliada, así como de quien nos hemos ocupado en escribir, el sr. Javier Soto. 

Este breve mapa es un intento de visibilizar lo complejo de resolver cuando hablamos de “representatividad” dentro del sector evangélico, por ende pensar la posibilidad de la representación plena de las Iglesias evangélicas es una ingenuidad o simplemente una muestra de clara ignorancia, mezclada con arrogancia.

Se reconozca o no, Javier Soto no representa únicamente a un sector religioso minoritario, sino también al de una sociedad vestida en la uniformidad cultural que ve amenazante cualquier intento de “distorsión” al modelo implantado desde la elite, en torno al vivir “correctamente”. Todo acto que vaya en contra de la desnaturalización de las lógicas de orden es un ataque directo para quienes viven en lugares de privilegios en un territorio colonizado, entre tantos aspectos en el control de los cuerpos y la moral sexual. Los medios de comunicación en busca de sintonía han utilizado a Javier Soto para la exacerbación del morbo y el sensacionalismo, alimento fundamental para mantener al público, distraído en otro foco de atención, que busca de manera inconsciente buscar culpables para la tragedia de su vida.

Javier Soto, nos invita indirectamente a reflexionar sobre nuestra identidad y nuestros valores ¿Qué es ser evangélico? En ese sentido, él tiene una propuesta ya difundida: Ser evangélico es defender los “valores” instalados desde una sociedad de privilegios, temas como el Pacto de Unión Civil, la despenalización del embarazo y la Ley de la Identidad de Género, son los elementos definitorios según él y sus cómplices, el ser o no ser evangélico.

En la Biblia en el libro de Mateo 7: 13 - 14, se encuentra una conocida parábola de las dos puertas:

“Entren por la puerta estrecha. Porque es ancha la puerta y espacioso el camino que conduce a la destrucción, y muchos entran por ella.  Pero estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a la vida, y son pocos los que la encuentran”.

Mi lectura, en este contexto la realizo pensando en el camino que ofrece la religiosidad que abraza al poder, un camino cómodo, que busca privilegios y reconocimientos. Así se puede ver en la figura de Javier Soto, su interés de perseguir las cámaras para gozar de admiración de los sectores más reaccionarios de los evangélicos, y de la derecha conservadora. La destrucción de vidas es finalmente su fin. Así también la otra puerta, estrecha, la interpreto como el camino que cada vez más evangélicos han ido asumiendo, el cual donde han re-planteado sus posiciones frente a los diferentes temas, algunas se han abierto al debate, otras a una clara concreta acción de inclusión. Sin duda, y no engañaré a nadie, son grupos minoritarios desde las Iglesias Evangélicas. No obstante, existen y eso otorga esperanzas. 

La existencia de comunidades cristianas, desde el discipulado de Jesús, no es otro de ser comunidades que atiendan al herido, ser comunidades sanadoras, que amen y promuevan espacios contra-culturales en una cultura de violencia y egoísmo. En una sociedad uniformadamente violenta, tener una propuesta de paz es un llamado al desorden del sistema, a pesar que se tache como absurdo en las mentes más alineadas, bajo la idea envasada de “siempre ha sido así y por eso nunca cambiará”. La Promoción del diálogo humano, amable, como una conversación horizontal, respetuosa con el otro, en especial con quienes luchan por vidas dignas, desde la misericordia, la justicia y la solidaridad, profundos valores que promueve el evangelio en la Biblia, profundos valores que debemos abrazar como evangélicos.

Algunas voces desde sectores que critican a Javier Soto dicen: “Estamos de acuerdo con el fondo, no con la forma”. No estamos en tiempos de hacer críticas superficiales, donde finalmente se termina por legitimar un discurso que su consecuencia no es otra que la brutal amenaza de la materialización del odio. Es necesario asumir compromisos concretos con todo lo que eso implica, debemos reconciliarnos con la honestidad, con la verdad del Evangelio. Muchos evangélicos hoy, algunos en lugares de bastante influencia, viven en una cobardía absoluta con la verdad, desprecian la confrontación con lo que realmente creen que haría Cristo, por temor al desprecio de los sectores conservadores reaccionarios. Es urgente que muchos hermanos y hermanas salgan del closet de la indiferencia, y abran las puertas de la inclusión, que rechacen el odio en sus discursos y celebran la aceptación a la diferencia, que tengamos nuestras manos abiertas, dispuestas para trabajar en la permanencia histórica de los valores que nos enseñó Jesús.

Como diría, Pedro Lemebel. “Hablo de ternura compañero”…

martes, 17 de febrero de 2015

La iglesia... una palabra bíblica

Como anexo a la serie de entradas que ya finalicé, les comparto esta información que aparece en el sitio web de Taizé (http://www.taize.fr/es_article8653.html)

UNA PALABRA BÍBLICA

La Iglesia

Antes de pasar a ser una palabra del credo, de la teología y del catecismo, «Iglesia» fue un término bíblico. Lo que sigue aquí no es una meditación sobre la Iglesia, sino un intento de saber cómo los lectores del Nuevo Testamento comprendían esta palabra, con la esperanza de devolverle un poco de su frescura inicial.
La palabra ekklesia aparece más de doscientas veces en la Biblia griega que leían la mayoría de los cristianos de los primeros siglos. Puede sorprendernos que se encuentre casi tantas veces en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. En la versión griega del Antiguo Testamento, ekklesia designa en general la asamblea del pueblo de Dios.
En el Nuevo Testamento, ekklesia designa bien una asamblea local, bien al conjunto de los cristianos. No obstante, hay varias excepciones interesantes. Lucas, autor de un evangelio y de los Hechos de los Apóstoles, lo utiliza también para la asamblea de una ciudad (ver Hechos 19, 23-40). Ekklesia no estaba por tanto reservada a un uso religioso. La palabra evocaba la vida de las ciudades griegas con sus asambleas en las que se discutían los asuntos públicos.
Otra excepción, es que, incluso en el Nuevo Testamento, ekklesia puede designar al pueblo de Dios de la Primera Alianza. Esteban llama ekklesia al pueblo reunido en el desierto alrededor de Moisés (Hechos 7, 38). Y la epístola a los hebreos cita un versículo del Salmo 22: «Te alabaré en medio de la ekklesia » (Hebreos 2, 12). ¿Hay que traducirlo como «en medio de la asamblea» o «en medio de la iglesia»? El salmo habla de la asamblea de Israel. Sin embargo, como la epístola a los hebreos pone estas palabras en boca de Cristo resucitado, se trata también de la iglesia.
El uso bíblico une lo que nosotros tenemos la costumbre de distinguir. El ejemplo de la epístola a los Hebreos invita a dejar las escrituras de la Primera Alianza hablar de la iglesia de la Nueva Alianza. Así el sentido de la palabra ekklesia se amplía. Su uso en los Salmos en particular, le confiere un aspecto musical. La ekklesia se convierte en la asamblea en fiesta, la que reúne el canto de Cristo.
La palabra ekklesia aparece frecuentemente en los Hechos de los Apóstoles, aunque curiosamente no se encuentra en los primeros capítulos. La comunidad nacida en Pentecostés no se llama ekklesia. Se habla simplemente de «todos los creyentes» (Hechos 2, 44). Después aparece la palabra plêthos (Hechos 4, 32), que puede traducirse como «la multitud de creyentes». Sin embargo, los paralelos extra-bíblicos han permitido a los exegetas reconocer que plêthos puede referirse a una comunidad. A veces se traduce esta palabra como «asamblea», o «pleno» (por ejemplo Hechos 6, 2), pero no es exactamente sinónimo de ekklesia. El plêthos, a semejanza de otros grupos que existían en aquella época en Jerusalén, es una comunidad confirmada con sus reglas de pertenencia, sus ritos y sus responsables.
Así, en los Hechos de los Apóstoles se puede ver que ekklesia no era utilizado de entrada para designar a las comunidades cristianas. Y gracias a las cartas de Clemente, obispo de Roma, y de Ignacio, obispo de Antioquía, sabemos que las dos palabras plêthos y ekklesia coexistieron al menos hasta principios del siglo II. ¿Qué rasgos distintivos de las comunidades cristianas señala la palabra ekklesia? ¿Y por qué ha prevalecido finalmente? Los Hechos dejan entrever que el apóstol Pablo tiene algo que ver con todo esto, pues la palabra comienza a tener un cierto auge al mismo tiempo que el mismo Pablo empieza a tener un papel más destacado (Hechos 8). Algo que confirman también las cartas de Pablo, en donde la palabra ekklesia es particularmente frecuente.
¿Por qué prefirió ekklesia? En esta palabra se encuentra el verbo «llamar». Mientras que plêthos designa la comunidad, la ekklesia es, tanto en el mundo griego como en la Biblia, una asamblea convocada. Se diría que cada vez que Pablo dice ekklesia, implica «convocación» o «llamada». Para él, «la iglesia de Dios» son «los santos por vocación» (1 Corintios 1, 2), los que fueron «llamados a la comunión» de Cristo (1 Corintios 1, 9).
Medio siglo más tarde, Ignacio de Antioquía, escribiendo a los cristianos de Esmirna, calificará por la primera vez la ekklesia de «católica», que quiere decir universal: «Allá donde aparece el obispo está la comunidad (plêthos), de la misma forma que allí donde está Jesucristo está la iglesia (ekklesia) católica». Los cristianos forman comunidades concretas. Aunque tanto para Ignacio como para Pablo, la palabra más hermosa es «iglesia». Pues en esta palabra el acento no está en intendencia de una comunidad, sino en la llamada universal del evangelio de Cristo. Y el adjetivo «católico» subraya que un único y mismo evangelio, en todo lugar y en cualquier tiempo, llama a la única comunión de Cristo.
Última actualización: 19 de junio de 2009

martes, 10 de febrero de 2015

¿Dónde están Sodoma y Gomorra del ayer? Sus palacios, sus riquezas hoy en día no se ven.

Estimades hermanes.

Me dieron ganas de compartir una canción interpretada por Generación de Jesús, respecto al castigo que cayó sobre Sodoma y Gomorra. Historia que podemos encontrar en Gen.19, destruida por nuestro Señor porque "el clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo." (Gen.18:20) ¿Quiénes clamaron contra Sodoma y Gomorra? ¿Por qué? Es fácil deducir que en Sodoma y Gomorra sufrieron opresión los aflijidos y pobres, quienes pidieron a Dios que hiciera justicia. Lo podemos deducir a partir lo que dice el Espíritu a Israel, a través de Ezequiel: "He aquí que esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleció la mano del afligido y del menesteroso." (Ez.16:49)

En medio de tantos ricos poderosos, vemos el ejemplo de Lot, que daba su vida por cuidar al extranjero, su huésped... hospitalidad que como país deberíamos imitar ante la llegada de inmigrantes, los cuales suelen ser visto como inferiores a raíz del crecimiento económico de Chile, especialmente por aquellos que acumulan y acumulan, sin pensar en los menesterosos. Después estarán cantando los hijos de Dios sobre nosotros: "¿Dónde está el Chile del ayer? Sus palacios, sus riquezas hoy en día no se ven. Es que Dios sus maldades castigó."

sábado, 7 de febrero de 2015

Por sus frutos los conoceréis... reflexiones a partir de la película Ágora (2009)


Guardaos de los falsos profetas,
que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.
Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?
Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.
No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos.
Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego.
Así que, por sus frutos los conoceréis.

Este dicho de Jesús es muy conocido. Está contemplado como parte del Sermón del Monte, esencial para entender qué significa ser discípulo de Cristo. En la entrada La Iglesia comisionada: discípulos de Cristo escribí al respecto e hice un breve resumen del Sermón del Monte, basado en la interpretación que hace Bonhoeffer en su libro El Precio de la Gracia: El Seguimiento. Aquí quiero reflexionar un poco más acerca del tercer capítulo del sermón (Mateo 7), partiendo del pasaje recién citado: "por sus frutos lo conoceréis...".

Me quedó rondando esta recurrida frade de Jesús luego de ver Ágora, una película contextualizada a principios del siglo V, en que la protagonista es Hypatia de Alejandría. Filósofa, matemática y astrónoma, trata de enseñar y pensar respecto al movimiento de la tierra o del sol, mientras que el auge del cristianismo genera violentos disturbios políticos, hasta que ella misma es asesinada por bruja luego de falsas acusaciones del patriarca Cirilo. El patriarca y otros líderes cristianos, y en general toda la masa cristiana, se muestran como soberbios, agresivos, misóginos y terroristas. Claramente se narra una historia sin tantas certezas históricas y que quiere presentar a la religión como la gran enemiga de la ciencia y de la paz. Pero igual tienen mucha base para hacerlo y debemos ser críticos de nuestra historia. Diciendo "por sus frutos los conoceréis", podríamos decir que no eran muy fieles a Cristo, pero también es cierto que esa frase "por sus frutos los conoceréis" es usada, generalmente, con una actitud similar a la de esos cristianos del siglo V: juzgando al otro desde una supuesta moral superior.

No es de extrañar, por que parece darnos la herramienta para juzgar quién es bueno y quién es malo, y que los malos merecen ser echados al fuego... así como los "cristianos" han hecho con muchos en la historia. Pero... ¿Jesús no decía en una parte algo así como "no juzgarás"? ¿En qué parte de la Biblia lo dice? ¡Exactamente en el mismo Mateo 7, un poquito antes de decir "por sus frutos los conoceréis"! ¡Y en el sermón según Lucas lo dice justamente antes! ¡Pegadito! Que contradictorio... ¿qué quiere decir Jesús con esto? Leamos igual ese pedacito del sermón:
No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.
(Mt. 7.1-6; Lc. 6.37-42)
¿De qué habla este capítulo del Sermón del Monte, Mateo 7? Conforme a la interpretación de Bonhoeffer, Mateo 5 habla del carácter extraordinario del seguimiento, Mateo 6 sobre la justicia oculta y sencilla de los discípulos, y Mateo 7 hablaría de la segregación de la comunidad de los discípulos. Pero con mis palabras, Mateo 7 habla especialmente sobre la AUTORIDAD. La autoridad... el poder... de alguna forma el gran enemigo del cristiano, como se ha mostrado en entradas anteriores.

Volviendo a la película, es notable como los cristianos de Alejandría se dejaron llevar por las tentaciones que Cristo condena al encontrarse con el diablo (Mt.4:1-11; Mr.1:12-13; Lc.4:1-13), principalmente por la del poder político-militar y por la del poder religioso. Amonio, uno de los líderes carismáticos, captó el fanatismo religioso de muchos a través de la demostración de milagros, haciendo un show similar al realizado por Elías (1Re.18:20-40), y el patriarca Cirilo utiliza la autoridad de la Biblia para tergiversarla y otorgarse autoridad a sí mismo (2Pe.3:15-18). Hermanas, hermanos... estas cosas siguen siendo hoy pan de cada día. Para protegernos de tales cosas es que se nos dice "Guardaos de los falsos profetas [...] por sus frutos los conoceréis". No le demos autoridad a gente que nos lleve por mal camino y que desprestigie el nombre del Cristo. Entonces... ¿a quien darle la autoridad de guiar nuestro camino? ¿Podremos encontrar a alguien que cumpla con el parámetro de dar buen fruto? Ante esto es que Cristo dice que el camino es estrecho (Mt.7:14; Lc.13:24) y que hemos de edificar cimentados en su palabra (Mt.7:24-29; Lc.6:46-49). En el fondo, Cristo dice "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida" (Jn.14:6). El dicho "por sus frutos los conoceréis" no es una herramienta que nos da para juzgar quiénes son buenos y quienes son malos. Primero porque el solo pretender tener conocimiento del bien y del mal es desligarse de Dios (Gen.3:5). Pero también porque Él mismo nos quita toda esperanza de encontrar a alguien bueno entre nosotros, asumiendo que somos malos (Mt.7:11). Y a partir de esto es que muchos excusan su obras malas. Si somos árboles malos... está bien que demos frutos malos ¿no? Y con este pensamiento es que muchos no se proponen seguir de forma radical las enseñanzas de Jesús, por no considerarse lo suficientemente santos o por asumir que el humano es naturalmente malo o pecador.

En un episodio de la película los cristianos exterminan a los judíos. Mientras incineraban sus cuerpos surge este profundo diálogo:
Davo: Amonio, a ti... ¿a ti Dios te habla?
Amonio: Tooodo el tiempo. "Amonio esto", "Amonio lo otro", "Amonio...", "Amonio...", "Amonio...". Hoy me habló tan deprisa que tuve que pedirle que parara.
Davo: [Con genuina alegría] Dime una cosa... ¿te pregunta si estamos equivocados?
Amonio: ... ... ¿Por qué?
Davo: ... Yo fui perdonado... Y ahora soy incapaz de perdonar.
Amonio: ¿Perdonar? ¿A quién? ¿A los judíos?
Davo: ... Jesús los perdonó en la cruz.
Amonio: ... Jesús era Dios. Y solo Él puede mostrar tanta clemencia.
Otro cristiano: ¿¡Cómo te atreves a compararte con Dios!?
[Siguen conversando para luego volver a sus faenas carniceras]
"Solo Él puede mostrar tanta clemencia ¿¡Cómo te atreves a compararte con Dios!?"... querido/a lector/a, ¿cuántas veces ha dicho Ud. lo mismo, piadosamente, pero como excusa? Sí. Cristo asume que somos malos y por lo tanto tendremos malos frutos, pero insiste aún más en que efectivamente saquemos la viga de nuestro ojo. E insiste en que el que pide, recibe; el que busca, halla; el que llama, se le abrirá. "Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?" "Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas" (Mt. 7.7-12, Lc. 11.9-13; 6.31) y también dice "El discípulo no es superior a su maestro; mas todo el que fuere perfeccionado, será como su maestro." (Lc.6:40). No tenemos que confiar en nosotros, pero si confiamos en el amor y poder de Dios, Él nos guiará y dará las fuerzas para llevar a cabo sus santas enseñanzas. Y entre sus mayores enseñanzas está el Padre Nuestro, luego del cual nos dice: "Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas" (Mt.6:5-15; Lc.11:2-4).

Así que, amades, no nos otorguemos autoridad a nosotras mismas ni ocultemos nuestras malas obras de nosotras mismas. Los que hacen tal solo ven lo bueno en ellos mismos y se sienten con la autoridad de juzgar al resto, o incluso con la autoridad para exigirle recompensas al Señor... pero el Señor les dice "Nunca os conocí" (Mt.7:21-23; Lc.13:25-27). Si nos enfocamos en nuestras obras, perdemos de vista aquella única obra que nos guía correctamente: el martirio de Cristo. "Por sus frutos los conoceréis". Cristo les dice "Nunca os conocí", porque efectivamente no conocían a Cristo, pues no miraron el fruto de Cristo, sino el propio. Si focalizamos nuestra mirada en la obra de Cristo, si marcamos nuestro corazón con su cruz, con su Espíritu... ahí le conocemos personalmente.

Cristo nos advierte de que no nos creamos maestros (Lc.6:41) ni que impongamos el mensaje a quienes no quieren recibirlo (Mt.7:6) ni que pongamos falsos maestros que medien entre Él y nosotros (Mt.7:15). Cristo nos predica la humildad, la pobreza, el amor indiscriminado, la debilidad, el pacifismo, el gozarnos en la persecusión... y con su mismo ejemplo nos predica el martirio. Así de radical. Pues es en nuestra debilidad que se muestra el poder de Dios (2Cor.12:9), aquella verdadera autoridad que ven todos al terminar el sermón: "Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas [o sea, los que se otorgan autoridad religiosa]." (Mt.7:29)

Oremos al Señor, para que nos de su Espíritu Santo y podamos imitar a nuestro Maestro. Sabiendo que nuestras obras no nos salvan, sino que la obra de Cristo nos salva y nos lleva a realizar buenas obras. Toda comunidad requiere líderes, pero que usen su autoridad para hacerse siervos débiles que nos inviten a una relación personal con Cristo. Oremos para no sucumbir ante la tentación del poder ni pongamos ninguna moral ni ninguna otra autoridad entre Cristo y nosotros, para lo cual debemos instruirnos en la Palabra de Dios. Sintamos el poder de Dios en nuestros sufrimientos, perseverando siempre, como comunidad, en seguir radicalmente a Aquél que es el único camino, el único buen pastor, la única roca y piedra angular, la única verdad, nuestra única Vida... Amén.

jueves, 5 de febrero de 2015

20° La Iglesia... ¡Conclusión!


Hablar de la esencia de la Iglesia es una cuestión sin fin, pero creo haber abarcado las principales ilustraciones bíblicas. Creo que es trabajando nuestra identidad como discípulos de Cristo que lograremos vivir más plenamente la unidad de la Iglesia. Aquí yo he presentado mi interpretación personal de las cosas, sabiendo que no todo es esencial y que en muchas cosas no habrá acuerdo, pero estando de acuerdo con la centralidad de Cristo y el Evangelio podemos trabajar juntos sin problema. Anhelo con fuerza lograr la unidad visible de la Iglesia, que no será perfecta hasta la plena instauración del Reino, pero que de todas formas podemos visibilizar hoy. Esta unidad visible no es una institucional, la cual puede corromper fácilmente el Evangelio, especialmente si designamos a un “pastor universal” entre nosotros, siendo que Cristo es nuestro pastor universal. La unidad visible se logra en el trabajo conjunto por la misión evangélica y por la paz, así como en la celebración conjunta de nuestra Pascua, la Santa Cena.

Sin agregar mucho, pues ya he escrito harto, agrego un compilado final señalando de forma corta y simple lo esencial para mí.

La Iglesia es la comunión de los hermanos en la fe. La Iglesia no es una institución ni un club que ofrece servicios religiosos, sino que somos cada uno de nosotros unidos por el Espíritu Santo, que nos convierte en una nueva criatura. Lo que da sentido a nuestro existir es ser responsables de la misión evangélica. La Iglesia se ha de entender, principalmente, como un camino de discipulado que inicia con el bautismo y que caminamos como iguales junto a todos los cristianos del mundo. Como dijo Bonhoeffer: “una vida comunitaria bajo la Palabra se mantendrá saludable solo si no se forma como un movimiento, orden, club o collegium pietatis, sino que concibiéndose a sí misma como parte de la única, santa, universal Iglesia cristiana, trabajando y doliéndose por la necesidad, la lucha y las promesas de la Iglesia en su totalidad"[1]. El sentido de la salvación es aquella comunión que será plena en el Reino de Dios. Comunión primeramente con Él y luego con los hermanos y la creación toda. La salvación es por Gracia, no por obras, pero esa Gracia es justamente que Dios nos regala hoy la vida de comunión, caracterizada por sus frutos de amor, fundamentada en la proclamación comunitaria del Evangelio de Cristo contenido en la Biblia y en la celebración de la Santa Cena. La Iglesia es una familia y nosotros no elegimos a nuestros hermanos, sino que es nuestro Padre quien nos ha unido incondicionalmente los unos a los otros. Lamentablemente, como la mayoría de las familias, la Iglesia es disfuncional, pero citando de nuevo a mi teólogo favorito: “La fraternidad cristiana no es un ideal a realizar sino una realidad creada por Dios en Cristo, de la que él nos permite participar."[2]

La Iglesia es el anticipo de aquella comunión perfecta que tendremos en el reino de los cielos, y es el más excelente sacramento. Somos cuerpo de Cristo, bañados en su sangre, y hemos de partirnos y entregarnos al mundo entero. Como dice aquel himno de M. Bazán: “La Iglesia es Cristo en el mundo, pueblo de Dios puesto en marcha…”.

Como ilustración gráfica de mi resumen confeccioné la siguiente imagen. La confeccioné de forma bien poco profesional y dudando si acaso logré plasmar lo que quería, pero … está bonita, ¿no?


Con el pan y el vino no quiero otra cosa que representar a la Iglesia, que es el gran sacramento, el cuerpo de Cristo, bañado en su sangre, que se parte y entrega al mundo entero. La Iglesia comparte bajo un mismo techo, pues es una familia, y está cimentada en la Palabra de Dios, que es Cristo (ilustrado con la Biblia). La Biblia es el fundamento de la Iglesia, pero no apegándose a la letra o la literalidad, sino que cultivando a partir de ella al Espíritu Santo (ilustrado con la paloma de la paz) y el Evangelio (ilustrado con la rosa de Lutero). El Espíritu y el Evangelio son lo que unen a la Iglesia y la hacen ser tal. El centro del Evangelio es la cruz de Cristo. Quien tenga la cruz de Cristo en el corazón vive por Gracia una vida de santificación y gozo, anticipo del gozo eterno del Reino de los cielos.

Cristo está en todo. La Biblia es testimonio de Cristo, que es la Palabra de Dios. El Espíritu es el de Cristo. El Evangelio es de Cristo. La comunidad de creyentes es Cristo en el mundo. Como dice la liturgia: “por Él, con Él, en Él” (Rom.11:36).

¡Siempre muy atento a la retroalimentación, para seguir construyendo juntos nuestra identidad! Los dejo con un abrazo fraternal, pidiendo a Dios que nos ayude a ser fieles a nuestro llamado, a nuestra vocación. Amén.



[1] “Vida en Comunidad” Dietrich Bonhoeffer, Ediciones Sígueme. Pág.29
[2] “Vida en Comunidad” Dietrich Bonhoeffer, Ediciones Sígueme. Pág.22