sábado, 7 de febrero de 2015

Por sus frutos los conoceréis... reflexiones a partir de la película Ágora (2009)


Guardaos de los falsos profetas,
que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.
Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?
Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.
No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos.
Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego.
Así que, por sus frutos los conoceréis.

Este dicho de Jesús es muy conocido. Está contemplado como parte del Sermón del Monte, esencial para entender qué significa ser discípulo de Cristo. En la entrada La Iglesia comisionada: discípulos de Cristo escribí al respecto e hice un breve resumen del Sermón del Monte, basado en la interpretación que hace Bonhoeffer en su libro El Precio de la Gracia: El Seguimiento. Aquí quiero reflexionar un poco más acerca del tercer capítulo del sermón (Mateo 7), partiendo del pasaje recién citado: "por sus frutos lo conoceréis...".

Me quedó rondando esta recurrida frade de Jesús luego de ver Ágora, una película contextualizada a principios del siglo V, en que la protagonista es Hypatia de Alejandría. Filósofa, matemática y astrónoma, trata de enseñar y pensar respecto al movimiento de la tierra o del sol, mientras que el auge del cristianismo genera violentos disturbios políticos, hasta que ella misma es asesinada por bruja luego de falsas acusaciones del patriarca Cirilo. El patriarca y otros líderes cristianos, y en general toda la masa cristiana, se muestran como soberbios, agresivos, misóginos y terroristas. Claramente se narra una historia sin tantas certezas históricas y que quiere presentar a la religión como la gran enemiga de la ciencia y de la paz. Pero igual tienen mucha base para hacerlo y debemos ser críticos de nuestra historia. Diciendo "por sus frutos los conoceréis", podríamos decir que no eran muy fieles a Cristo, pero también es cierto que esa frase "por sus frutos los conoceréis" es usada, generalmente, con una actitud similar a la de esos cristianos del siglo V: juzgando al otro desde una supuesta moral superior.

No es de extrañar, por que parece darnos la herramienta para juzgar quién es bueno y quién es malo, y que los malos merecen ser echados al fuego... así como los "cristianos" han hecho con muchos en la historia. Pero... ¿Jesús no decía en una parte algo así como "no juzgarás"? ¿En qué parte de la Biblia lo dice? ¡Exactamente en el mismo Mateo 7, un poquito antes de decir "por sus frutos los conoceréis"! ¡Y en el sermón según Lucas lo dice justamente antes! ¡Pegadito! Que contradictorio... ¿qué quiere decir Jesús con esto? Leamos igual ese pedacito del sermón:
No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.
(Mt. 7.1-6; Lc. 6.37-42)
¿De qué habla este capítulo del Sermón del Monte, Mateo 7? Conforme a la interpretación de Bonhoeffer, Mateo 5 habla del carácter extraordinario del seguimiento, Mateo 6 sobre la justicia oculta y sencilla de los discípulos, y Mateo 7 hablaría de la segregación de la comunidad de los discípulos. Pero con mis palabras, Mateo 7 habla especialmente sobre la AUTORIDAD. La autoridad... el poder... de alguna forma el gran enemigo del cristiano, como se ha mostrado en entradas anteriores.

Volviendo a la película, es notable como los cristianos de Alejandría se dejaron llevar por las tentaciones que Cristo condena al encontrarse con el diablo (Mt.4:1-11; Mr.1:12-13; Lc.4:1-13), principalmente por la del poder político-militar y por la del poder religioso. Amonio, uno de los líderes carismáticos, captó el fanatismo religioso de muchos a través de la demostración de milagros, haciendo un show similar al realizado por Elías (1Re.18:20-40), y el patriarca Cirilo utiliza la autoridad de la Biblia para tergiversarla y otorgarse autoridad a sí mismo (2Pe.3:15-18). Hermanas, hermanos... estas cosas siguen siendo hoy pan de cada día. Para protegernos de tales cosas es que se nos dice "Guardaos de los falsos profetas [...] por sus frutos los conoceréis". No le demos autoridad a gente que nos lleve por mal camino y que desprestigie el nombre del Cristo. Entonces... ¿a quien darle la autoridad de guiar nuestro camino? ¿Podremos encontrar a alguien que cumpla con el parámetro de dar buen fruto? Ante esto es que Cristo dice que el camino es estrecho (Mt.7:14; Lc.13:24) y que hemos de edificar cimentados en su palabra (Mt.7:24-29; Lc.6:46-49). En el fondo, Cristo dice "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida" (Jn.14:6). El dicho "por sus frutos los conoceréis" no es una herramienta que nos da para juzgar quiénes son buenos y quienes son malos. Primero porque el solo pretender tener conocimiento del bien y del mal es desligarse de Dios (Gen.3:5). Pero también porque Él mismo nos quita toda esperanza de encontrar a alguien bueno entre nosotros, asumiendo que somos malos (Mt.7:11). Y a partir de esto es que muchos excusan su obras malas. Si somos árboles malos... está bien que demos frutos malos ¿no? Y con este pensamiento es que muchos no se proponen seguir de forma radical las enseñanzas de Jesús, por no considerarse lo suficientemente santos o por asumir que el humano es naturalmente malo o pecador.

En un episodio de la película los cristianos exterminan a los judíos. Mientras incineraban sus cuerpos surge este profundo diálogo:
Davo: Amonio, a ti... ¿a ti Dios te habla?
Amonio: Tooodo el tiempo. "Amonio esto", "Amonio lo otro", "Amonio...", "Amonio...", "Amonio...". Hoy me habló tan deprisa que tuve que pedirle que parara.
Davo: [Con genuina alegría] Dime una cosa... ¿te pregunta si estamos equivocados?
Amonio: ... ... ¿Por qué?
Davo: ... Yo fui perdonado... Y ahora soy incapaz de perdonar.
Amonio: ¿Perdonar? ¿A quién? ¿A los judíos?
Davo: ... Jesús los perdonó en la cruz.
Amonio: ... Jesús era Dios. Y solo Él puede mostrar tanta clemencia.
Otro cristiano: ¿¡Cómo te atreves a compararte con Dios!?
[Siguen conversando para luego volver a sus faenas carniceras]
"Solo Él puede mostrar tanta clemencia ¿¡Cómo te atreves a compararte con Dios!?"... querido/a lector/a, ¿cuántas veces ha dicho Ud. lo mismo, piadosamente, pero como excusa? Sí. Cristo asume que somos malos y por lo tanto tendremos malos frutos, pero insiste aún más en que efectivamente saquemos la viga de nuestro ojo. E insiste en que el que pide, recibe; el que busca, halla; el que llama, se le abrirá. "Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?" "Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas" (Mt. 7.7-12, Lc. 11.9-13; 6.31) y también dice "El discípulo no es superior a su maestro; mas todo el que fuere perfeccionado, será como su maestro." (Lc.6:40). No tenemos que confiar en nosotros, pero si confiamos en el amor y poder de Dios, Él nos guiará y dará las fuerzas para llevar a cabo sus santas enseñanzas. Y entre sus mayores enseñanzas está el Padre Nuestro, luego del cual nos dice: "Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas" (Mt.6:5-15; Lc.11:2-4).

Así que, amades, no nos otorguemos autoridad a nosotras mismas ni ocultemos nuestras malas obras de nosotras mismas. Los que hacen tal solo ven lo bueno en ellos mismos y se sienten con la autoridad de juzgar al resto, o incluso con la autoridad para exigirle recompensas al Señor... pero el Señor les dice "Nunca os conocí" (Mt.7:21-23; Lc.13:25-27). Si nos enfocamos en nuestras obras, perdemos de vista aquella única obra que nos guía correctamente: el martirio de Cristo. "Por sus frutos los conoceréis". Cristo les dice "Nunca os conocí", porque efectivamente no conocían a Cristo, pues no miraron el fruto de Cristo, sino el propio. Si focalizamos nuestra mirada en la obra de Cristo, si marcamos nuestro corazón con su cruz, con su Espíritu... ahí le conocemos personalmente.

Cristo nos advierte de que no nos creamos maestros (Lc.6:41) ni que impongamos el mensaje a quienes no quieren recibirlo (Mt.7:6) ni que pongamos falsos maestros que medien entre Él y nosotros (Mt.7:15). Cristo nos predica la humildad, la pobreza, el amor indiscriminado, la debilidad, el pacifismo, el gozarnos en la persecusión... y con su mismo ejemplo nos predica el martirio. Así de radical. Pues es en nuestra debilidad que se muestra el poder de Dios (2Cor.12:9), aquella verdadera autoridad que ven todos al terminar el sermón: "Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas [o sea, los que se otorgan autoridad religiosa]." (Mt.7:29)

Oremos al Señor, para que nos de su Espíritu Santo y podamos imitar a nuestro Maestro. Sabiendo que nuestras obras no nos salvan, sino que la obra de Cristo nos salva y nos lleva a realizar buenas obras. Toda comunidad requiere líderes, pero que usen su autoridad para hacerse siervos débiles que nos inviten a una relación personal con Cristo. Oremos para no sucumbir ante la tentación del poder ni pongamos ninguna moral ni ninguna otra autoridad entre Cristo y nosotros, para lo cual debemos instruirnos en la Palabra de Dios. Sintamos el poder de Dios en nuestros sufrimientos, perseverando siempre, como comunidad, en seguir radicalmente a Aquél que es el único camino, el único buen pastor, la única roca y piedra angular, la única verdad, nuestra única Vida... Amén.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A veces me pregunto como entienden esos pasajes las personas que lideran las iglesias y que sin ningún asco guían a sus feligreses hacia sus propios intereses. Se engañarán solos?, creyendo que en sus obras solo hacen el bien? Mientras en nombre de dios engañan y roban a la misma gente pobre que confía en ellos.

Lo interesante es que lo que plantea la película en el siglo V, no dista mucho de lo que ocurre actualmente.

Patrick dijo...

Muchas gracias por tu comentario. A eso apunta mi reflexión. Que no miremos críticamente a los cristianos de aquel tiempo, sino que seamos críticos con nosotros mismos.

Pero la importancia igual no es mirar solo de forma crítica a los otros, sino que primeramente a nosotros mismos.