sábado, 4 de junio de 2016

Buenas Obras, una Gracia de Dios (11)

Dios llama a sus discípulos a encarnar a Cristo en sus contextos, mediante su comunión, y ser así señal del reino de Dios que viene. Sin embargo, los discípulos no estamos llamados a ver tanto a Jesucristo encarnado en nosotros mismos, sino a que le veamos encarnado especialmente en aquellos que necesitan de nosotros. En el otro.

Jesús dice que el que recibe a uno de sus discípulos, a Él recibe. Así mismo dice que el que recibe a un niño, a Él mismo recibe. El que alimenta, viste, sana y acompaña a un necesitado, a Jesucristo alimenta, viste, sana y acompaña.

Teresa de Calcuta insiste en las bienaventuranzas, que dicen que el misericordioso recibirá misericordia y el limpio de corazón verá a Dios. No lo veamos necesariamente como una promesa futura, mas bien entendamos que aquél que se compadece y que de todo corazón pone sus ojos en quien tiene necesidad, pone efectivamente sus ojos en Dios, y le ve personalmente.

He ahí que el misterio de la encarnación configura el carácter del cristiano, en todos los aspectos de su vida, dando gracias a Dios por toda oportunidad de hacer el bien.


Lecturas recomendadas
Mt.10:40; Mt.18:5; Mr.9:37; Lc.9:48; Jn.13:20; Mt.25:37-40; Mt.5:7-8

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