lunes, 27 de junio de 2011

Autocríticas

Vocación profética, anuncio, denuncia.....

Como iglesias cristianas estamos llamadas a anunciar las esperanzas y buenas nuevas de Cristo, y al mismo tiempo a denunciar las malas prácticas, generar conciencia y llamar al constante cambio, conforme a la voluntad del Señor. Suena bonito, pero a la hora de echarlo a andar.....

Como comunidad de fe insertos en el mundo, debemos construir y aportar a la sociedad. Muchas iglesias no lo ven así y creen que porque somos llamado al Reino de Dios y "no somos de este mundo", debemos olvidarnos de él. Y hay otras que creen esencial tener posturas en las polémicas políticas y mediar o controlar en gran medida la vida cívica. Opuestos que generan conflictos. Sin embargo, la vocación profética más conflictiva no es la que se hace al medio en que se encuentra, sino la que con un sentir democrático se hace a la misma comunidad o iglesia a la que se pertenece.

Es muy importante abrir la boca, anunciar y denunciar, pero no sirve de nada si no se paran las orejas. He escuchado por ahí "por algo tenemos dos orejas y solo una boca: para escuchar más de lo que hablamos!". También, cuando se asume un rol profético es muy importante no perder la humildad y recordar lo que se nos dice en Mateo capítulo 6:
¿Por qué te pones a mirar la astilla que tiene tu hermano en el ojo, y no te fijas en el tronco que tú tienes en el tuyo? Y si tú tienes un tronco en tu propio ojo, ¿cómo puedes decirle a tu hermano: 'Déjame sacarte la astilla que tienes en el ojo'? ¡Hipócrita!, saca primero el tronco de tu propio ojo, y así podrás ver bien para sacar la astilla que tiene tu hermano en el suyo.

Es muy fácil criticar al que está a cargo de las cosas, pero cuando le toca a uno hacerse cargo parece que se le olvida todo lo que criticó. Ruego a Dios para que me libre de ésto. ¡Líbranos a todos de ésto, oh Señor! Es importante corregir, pero... mucho más importante es ser autocrítico y aprender a recibir correcciones, siempre en pos del desarrollo de la comunidad. Me despido con Proverbios 9:8-9. Bendiciones.

Reprende al insolente y te ganarás su odio;
corrige al sabio y te ganarás su aprecio.
Dale al sabio y se hará más sabio;
enseña al hombre bueno y aumentará su saber.

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