domingo, 4 de octubre de 2015

Las sanciones económicas de la gran Bestia



Las sanciones económicas de
la gran Bestia[1]


"Y hacía que a todos se les pusiese una marca...y que ninguno pudiese comprar ni vender sino los que tuviesen la marca"
                               Apoc. 13.16s

Es curioso, y sintomático de las incoherencias que prevalecen en la interpretación del Apocalipsis, que tanta gente se obsesione por descifrar el misterio del número "666", pero casi nadie se fija en la finalidad de dicha marca -- el impedir que otros compren y vendan.  La inmensa mayoría malinterpreta el "666" como una especie de rompecabezas o crucigrama del cual depende supuestamente toda nuestra comprensión del futuro. 

Podemos estar seguros de que tanto Juan como sus lectores sabían quién era la Bestia y por qué se conocía por "666".  Nosotros también, con un grado de certeza hermenéutica bastante alto, podemos entender lo que Juan quiere decir por "la Bestia" (cf. 17.7-11), pero carecemos casi totalmente de claves hermenéuticas seguras para saber por qué Juan y sus lectores la identificaban con el código de "666".  Lo más probable es que poco ganaríamos con saberlo.

En el contexto del consecuente anti-imperialismo del Apocalipsis (Stam 1978/1979; Richard 1994), lo que realmente debe interesarnos en este pasaje son tres cosas distintas: a) las medidas masivas y masificantes para lograr "marcar" tanta gente e imponerles un modelo social uniforme; b) el empleo del poderío económico para imponer criterios ideológicos por medio del boicot y c) el significado de este pasaje para los casos de bloqueo económico con fines ideológicos y políticos en nuestro mundo actual.

A primera vista el énfasis explícitamente económico en 13.17 sorprende; parece fuera de contexto.  Si la Bestia ya ha decretado la muerte de los rebeldes que se niegan a adorarle, ¿para qué, ahora, este plan tan vasto de control económico?

El falso profeta se presenta al principio como esencialmente religioso: es profeta y taumaturgo (13.11-14).  Como tal, en seguida toma características de una especie de "Gran Inquisidor", apelando a la espada y la muerte contra los que no se acoplan en su sistema religioso-ideológico.  Pero (¡parece anticlimático!) el colmo de su maldad diabólica es su sistema globalizante de dominación y discriminación económicas con que pretende negarles a los no-conformistas la base material de su subsistencia. Este proyecto de sanciones económicas concluye todo el capítulo, como la culminante "obra maestra" del terrible enemigo del pueblo de Dios.  Lejos de estar fuera de contexto, los versículos 16-18 son el verdadero clímax del pasaje, hacia el cual se dirige toda la exposición de las dos bestias.

Casi no existen evidencias históricas de programas de represión económica sistemática o paralelos antiguos para lo que se describe aquí (Ladd: 165).  Pero el inmenso poderío económico del imperio romano y de los templos del culto imperial sí provee un trasfondo realista para la extrapolación profética que vislumbra Juan.[2]  De hecho, algunas de las cartas de Apocalipsis 2-3 (Esmirna, Tiatira) dejan entrever que los cristianos habían sufrido ya medidas de opresión económica por causa de su fe.  Pero aún más, Juan podría estar pensando en la práctica de la sinagoga de ostracismo total y severo aislamiento de los excomulgados del judaísmo, sobre todo los judeo-cristianos de Asia Menor que habían sido expulsados de la sinagoga.

La palabra que Juan usa para la "marca" en 13.17 es járagma, en contraste con la palabra usada para el sello de los fieles (sphragís 9.4; cf. 7.2).  Esta palabra griega se usaba como término técnico para la efigie del Emperador en las monedas imperiales y también para el sello oficial en documentos comerciales y públicos.[3]  Según William Barclay, todo contrato válido tenía que llevar esta járagma (p99).[4]  Pero esto tampoco constituye el tipo de bloqueo total que Juan profetiza.

Lo que llama mucho la atención es que Juan denuncia un tipo de bloqueo económico que escasamente existía en su propio tiempo, pero que sí existe en el nuestro.  La creatividad imaginativa de Juan, de visualizar una situación que no tenía antecedentes ni en la realidad contemporánea ni en la literatura apocalíptica, revela la aguda conciencia económica y anti-imperialista que caracteriza a todo el libro.  En todo el Apocalipsis queda evidente que Juan percibe con gran claridad las realidades crudas de la vida económica del imperio. Precisamente este detalle, un bloqueo económico de los que no adoran a la Bestia, revela inconfundiblemente la mano del Vidente de Patmos.

Es importante recordar que, para Roma, el culto al emperador era un proyecto básicamente ideológico, para apuntalar la amenazada unidad del imperio.[5]  En aras de los intereses del imperio (hoy diríamos "intereses nacionales" de la superpotencia), la gran Bestia pretende imponer sobre toda la sociedad una uniformidad ideológica, totalmente homogénea.  Todos tienen que llevar la misma "marca", la impronta de la ideología imperialista, como si fuesen reses marcadas con el mismo fierro, o galletas fabricadas con un mismo molde. 

Pero resultó que dicho sistema era inaceptable para los cristianos, y los cristianos eran inaceptables para el sistema.  Esa "marca", que era el indispensable "pasaporte al éxito" dentro del sistema (Hough 1957:465), para los cristianos era nada menos que idolatría.  Puesto que los cristianos no se "amoldaban" al patrón social, había que reprimirlos.  Y entre los mejores mecanismos de control ideológico para tal efecto iba el aparato de dominación económica.  Se presenta como arma predilecta de la Bestia, aún más que la espada, quizá por el placer especial de verles sufrir a sus enemigos.  A la Bestia le agrada más verlos morir de a poco, estrangulados económicamente en forma lenta, pero segura, que matarles "de un solo tiro".

En otros pasajes, Juan señalará que tomar el poder, que Dios les ha otorgado para el bien, y usarlo para el mal y la injusticia es una prostitución; la Roma que impone tales "sanciones económicas" es una nueva Babilonia.  T.F. Torrance (p116) lo expresa muy elocuentemente:
"Babilonia es el poder estrangulante del mal sobre el mundo entero...Babilonia es la reina del comercio internacional de lujos...El mundo entero está en el poder de un cautiverio babilónico que funciona por medio del sistema económico".[6]
No menos que bajo el imperio romano, la adhesión incondicional que exige el sistema capitalista hoy puede ser también un problema de idolatría.[7]  Y cuanto más inconsciente la idolatría, más sutil y peligrosa.[8]  No cabe duda de que el insaciable materialismo y consumismo, aun entre muchos "evangélicos", llega a ser, en realidad, idolatría.  Hoy día, ante el poder omnímodo del "dios dólar", Juan nos volvería a exhortar con toda vehemencia: "hijitos míos, guardaos de los ídolos".

Para la mayoría de los comentaristas, lo que Juan describe aquí es un boicot económico contra los que se negaban a adorar a la gran Bestia.  Algunos sugieren que Juan visualiza un sistema vasto de licencias, sin las que nadie puede comprar ni vender.  También podría ser una manipulación discriminatoria de un sistema universal de carnets de identidad, similar a la práctica hace unas décadas en África del Sur.  Cualesquiera que sean los medios y los métodos, el resultado es el mismo: el total ostracismo social y económico de los excluidos del sistema.[9]

Leon Morris (1977:205) señala que el griego de 13.17 (hína mè tis dúnetai) significa una prohibición total de participar en la vida económica, lo que equivaldría a morirse de hambre.  Según Morris, significa más que "estorbar" la participación económica; significa el propósito (hína) de prohibirla totalmente, tomando todas las medidas correspondientes (por ejemplo, la marca, la espada).  La intención era que nadie pudiera escaparse de las condiciones del bloqueo (tis...ei mè ho éjwn tò járagma).[10]

A la Bestia no le faltan recursos para lograr sus metas.  En conjunto, el pasaje (13.12-18) presenta todo un paquete de tácticas y medidas para imponer la pseudo-religiosa ideología del imperialismo (13.12).  A nivel de propaganda, el falso profeta engaña a las naciones (13.14; cf 12.9; 19.20; 20.3,8,10) y las seduce con sus impresionantes "milagros" (13.13s; 2.20 planâ), hechicerías (9.21 pharmákon; 18.23 pharmakeía 21.8; 22.15), y sus tentadores lujos (18.3,7,9,12-14).  Su principal "medio de comunicación" es la imagen que habla y que sacraliza milagrosamente a la ideología idolátrica del Imperio.  A nivel económico, la bestia impone un boicot pretendidamente englobante, con la meta declarada de estrangular a todos los anti- y extra-sistémicos.  Y su último recurso, al nivel del sistema "judicial" y policial, es la sentencia de muerte, religiosa y milagrosamente legitimada, contra todos los rebeldes que resisten el culto imperialista.

Básicamente, todos estos métodos de la bestia resumen las dos características del diablo en el Nuevo Testamento: la mentira y la muerte:
Este fue homicida desde el principio, y no se mantuvo en la verdad, porque no hay verdad en él.  Cuando dice mentira, dice lo que le sale de dentro, porque es mentiroso y padre de la mentira (Jn 8.44 BJ).

Cristo, en cambio, pudo decir "yo soy la verdad y la vida" (Jn 14.6); vino a vencer para siempre a la mentira y la muerte.  Por eso también la Bestia se llama anti-Cristo. Cristo es verdad y vida; la Bestia es mentira y muerte.

En el Apocalipsis, el dragón (que es Satanás, la antigua serpiente) constantemente miente y mata, engaña a las naciones y las pone a matarse entre sí (cf. el caballo rojo, 6.4).  En los inicios de la era mesiánica, el dragón se cierne sobre la mujer encinta, esperando devorar al niño en cuanto nazca; es el mismo diablo que actuaba en Faraón y Herodes.  También, según 13.12-17, la Bestia engaña a los moradores de la tierra (13.13s) y mata por medio de represalias económicas (13.16s) y por la espada (13.14s).  Al final de la historia, cuando el dragón sale del abismo después de sus largas prisiones, leemos que nuevamente "saldrá a engañar a las naciones" y a intentar levantar otra guerra (20.8s).

La mentira y la muerte tipificarán a la gran Bestia por dondequiera y cuandoquiera que se haga presente a través de la historia.  Para ver las huellas de su presencia y obra, no tenemos que mirar muy lejos.  En América Central en los años 80, la política de la administración Reagan fue exactamente lo mismo: la mentira y la muerte.  Se empleaba la propaganda y la desinformación sistemáticamente en el servicio de un programa de muerte para cientos de miles de centroamericanos inocentes.[11]  Lo que visto cómicamente fue "Ronald Reagan's Reign of Error" (el reino de error de Ronald Reagan), era en realidad para Centroamérica un reino de terror y de la muerte que sembró cadáveres en nuestras tierras.[12]

Finalmente, es necesario destacar que todas estas tácticas de la Bestia eran parte de una sola estrategia: imponer su sistema de dominación mediante todas las "armas de la muerte".  Toda la estrategia consistía en matar: matar a la verdad con la propaganda (13.13-15), matar al estómago con el boicot (13.16-18), y matar al cuerpo con la espada (13.15).  El ineludible prerrequisito para sobrevivir era adorar a la Bestia imperialista.

Este boicot también puede describirse con otro nombre: es guerra económica contra el pueblo de Dios.  Según Beasley-Murray, todo esto "no significa otra cosa que una declaración de guerra económica, por parte del Estado, contra la iglesia".[13]  R.H. Charles (1920:363) entiende el boicot como uno de los mecanismos de muerte ya declarada por el imperio (13.15) y lo tilda de "una guerra económica sin cuartel y sin misericordia, con miras a la supremacía absoluta" del imperio.  El boicot es una sentencia de muerte para sus víctimas (Richard: 138).

El boicot es una manera de quitarle el pan al pueblo, sobre todo a los pobres.  La inmoralidad de tal acción es el tema de Eclesiástico 34.20-22, el cual jugó un papel histórico en la teología profética en América Latina, ya que fue el "llamado a la conciencia" que condujo a la conversión ética de Bartolomé de las Casas:

Es sacrificar un hijo delante de su padre
    quitar a los pobres para ofrecer sacrificio.
El pan de los pobres es su vida;
    quien se lo quita es homicida.
Mata a su prójimo quien le quita el sustento,
    quien no paga el justo salario derrama sangre.
                                               Eclesiástico 34.20-22

Aunque este importante pasaje déutero-canónico se refiere, en primer término, a la explotación del obrero y de los sueldos injustos, se aplica también, muy elocuentemente, al uso del bloqueo económico como mecanismo para quitarle el pan a los pobres y matar a sus hijos.  Es obvio que el pasaje constituye una denuncia vehemente contra el bloqueo que les ha quitado el pan a los cubanos durante más de treinta años y a los nicaragüenses en los '80, causando muerte y hambre entre niños y adultos.

El proyecto de matar al pueblo por hambre es el de la gran Bestia; corresponde a la historia de la des-gracia cuyo símbolo es el Babel imperialista (Gn. 11).  Es el proyecto de muerte de aquel que siempre miente y mata.  Pero el proyecto del Dios de la gracia es un proyecto de vida y verdad.  El Dios Creador "abre su mano" y da a todos abundantemente (Sal 136.25; 104.28; 145.15s).[14]  El patriarca José, lejos de quitar el alimento a nadie, fue usado por Dios para encabezar un programa global de alimentación a todos, inclusive los que eran enemigos del gobierno que él representaba (Egipto), de su propia nación (Israel) o que habían sido sus propios enemigos personales (sus hermanos).

La Gran Bestia, en su ego-idolatría, se atribuye blasfemamente el poder de vida y muerte sobre los que no están de acuerdo y no se someten a ella.  En contraste, José, siervo del Dios de la vida, después de haber "mantenido con vida" al pueblo, se niega explícitamente a arrogarse algún poder de vida y muerte, porque, dice José, "¿Acaso estoy yo en lugar de Dios?".[15]  A la vez, José afirma el seguro triunfo del proyecto del Dios de la vida y la gracia sobre los proyectos de la anti-vida y la des-gracia: Dios "encaminó para bien" a la maldad de sus hermanos, "para mantener en vida a mucho pueblo" (Gn 50.20).





[1] ) Este artículo se dedicó al colega Ricardo Foulkes en su jubilación.  Se publicó en Vida y pensamiento XV:1 (1995), pp. 132-144 y en Caminos (La Habana) #4, 1996, pp.51-59.
[2]) Farrer (p157) señala la restricción del derecho de ius commercii a los ciudadanos romanos y a ciertas clases privilegiadas como un posible trasfondo del boicot que describe Juan.  Swete (p174) y otros señalan otra analogía en 1 Macc 13.49; Bartina (p742), Rist (p465s) y otros hacen correlación también con el ostracismo y la discriminación económica relatados en Eusebio, HE 5.18 y otras fuentes patrísticas.
[3]) Deismann LAE p345 y Bible Studies pp240ss: Caird 173; Wilckens 1974:416.
[4]) Posiblemente Juan podría estar pensando también en Ezq. 9.3-6, donde el "varón vestido de lino", con su tintero de escribano, tenía que marcar a los fieles que no habrían de ser matados en el juicio que pronto vendría.  Sin embargo, el esquema económico de Apoc 13.17 es completamente original con Juan de Patmos.
[5]) Ver "el Apocalipsis y la estructura ideológica del Imperio Romano", en Stam, op cit.
[6]) En el original inglés la última frase reza "economic entanglement".  Cf. Ewing p31: "Es claro que un aspecto de la dominación de la Bestia consiste en su control de la esfera económica.  Desde la primera imagen del mal, la visión de los cuatro jinetes, hasta la destrucción de Babilonia, encontramos a lo económico concebido como arma usada por los enemigos de Dios. El tercer jinete, sobre su caballo negro, llevaba las balanzas de un sistema económico fuera de control que traía hambre y esclavitud...Las estructuras políticas injustas no son la única expresión de la realidad espiritual de la opresión; la injusticia económica figura prominentemente entre los abusos experimentados por las víctimas de la bestia."
[7]) Ver el análisis de la fetichización que hace Franz Hinkelammer en Las armas ideológicas de la muerte.
[8]) Escribo este artículo en tiempos de Navidad en Costa Rica.  Escucho constantemente la propaganda de un centro comercial que anuncia, con sonoridad hímnica: "Navidad llegó, /Se une la familia en Plaza del Sol, /Momentos sublimes, todo es amor, /Navidad es tuya en Plaza del Sol".  Hace unos años una de las librerías más grandes de San José comenzó en agosto una campaña de promoción navideña: "Asegúrese la felicidad navideña, en el departamento de juguetes, segundo piso de la Librería Lehmann.  Vendemos a plazos".  Otra propaganda, en inglés y con la música del conocido espiritual negro "He's got the whole world in his hands", reitera con blasfemia descarada: "You've got the whole world in your hands, with a MasterCard in your hands". 
[9]) Mounce (1977:263) describe la acción de Apoc 13.17 como "un boicot económico contra todos los que no están dispuestos a conformarse".  Un ejemplo de un ostracismo parecido ocurrió después con los mártires de Lyon: "no sólo nos excluyeron de las casas y baños y mercados, sino nos prohibieron aparecer en cualquier lugar que fuera" (Eusebio HE 5.1.5). 
[10]) Metzger (1971:751) indica que Aleph* C y 25 minúsculos omitieron kaí porque malentendían la relación entre 16 y 17, tomando la cláusula de hína mé como dependiente de dôsin, pero debe tomarse como dependiente de poieî y coordinada con la cláusula hína dôsin.
[11]) Ver p.ej. el contundente argumento de Raymond Bonner, Weakness and Deceit (Times Books: 1984), que documenta amplísimamente el total irrespeto a la verdad de parte de Washington (Casa Blanca, Departamento de Estado) y la Embajada en San Salvador.  El resultado fue triple: a) el fortalecimiento gigantesco de los militares salvadoreños, a base de la falsedad; b) la muerte de muchos miles de salvadoreños, la tortura de muchos otros, y el mantenimiento de un sistema represivo a base de la mentira y la masacre; c) el descrédito del gobierno de los EE.UU., llegando al ridículo, y al fin una vergonzosa debilidad de Washington frente a los militares salvadoreños, como demuestra Bonner.
[12]) Cf Bonner, ibid; Roy Gutman, "America's Diplomatic Charade", Foreign Policy #56 (Fall 1984), pp.3-23; Wayne S. Smith, "Lies about Nicaragua", Foreign Policy #67 (verano, 1987), pp.87-103.  El sistemático descuido de la exactitud de hechos e interpretaciones en la administración Reagan fue notorio, especialmente de parte de Elliott Abrams, Jean Kirkpatrick y el mismo presidente Reagan.
[13]) En Nuevo Comentario Bíblico (1977), p.962.
[14]) Estos salmos colocan la alimentación humana y animal dentro de la misma historia de la salvación, a partir de la creación.  Sal. 136, p.ej., comienza con la creación (136.4-9), sigue con el éxodo (10-23), y termina con "el pan nuestro de cada día" (136.25).  Quienes quitan el alimento a los pueblos, se ponen en pugna con el Dios de la vida y se levantan contra todo el proyecto histórico-salvífico de Yahvé.
[15]) Puede notarse aquí que en la antigüedad las atribuciones divinas de los gobernantes solían fundamentarse precisamente en su función de sostener la vida de su pueblo, vista como una virtud cuasi-divina. Los faraones, p.ej., relacionaban su propia dignidad "divina" con su cualidad de defensores de la vida de su pueblo (Wilckens:416).

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