La aprobación del proyecto de ley de despenalización del aborto en 3 causales, por parte de la cámara de diputados en Chile, ha tenido gran reacción en la sociedad. Es una discusión que lleva años, con gran oposición de parte de casi la totalidad de las iglesias cristianas.
Primero, recordar que la voz cristiana ante las cuestiones políticas y morales difícilmente es unánime. En la Iglesia Católica Romana hay un magisterio que presenta la voz oficial de los católicos (sea o no la opinión de los fieles católicos), pero en el mundo evangélico-protestante no existe tal magisterio ni representatividad, a pesar de que algunos tengan la incoherente pretensión de hablar oficialmente por los evangélicos. Al respecto, recomiendo leer este otro artículo:
¿A quién representa Javier Soto? ¿Qué es ser evangélico?
Segundo, reconocer que las iglesias luteranas suelen ofrecer posturas cristianas alternativas a la mayoría de las iglesias, especialmente en torno a la moral sexual y familiar (matrimonio, diversidad sexual, divorcio, aborto, etc.), lo que suele complicar nuestras relaciones inter-denominacionales y ecuménicas. Sin embargo, insisto que la unidad de la Iglesia no puede ir en desmedro de nuestra exhortación. La unidad no se basa en las propuestas morales ni en las ideas, sino que en la persona de Jesucristo, en quien ya somos uno y quien nos envía al mundo a trabajar juntos en su misión integral. He ahí que nuestra unidad, a pesar de las divergencias, es señal para el mundo de la poderosa obra de Dios a través del Espíritu Santo.
Cabe destacar que cuando me refiero a "la Iglesia", me refiero generalmente a la comunión de todos los cristianos, independiente de su denominación.
Volviendo al tema específico del aborto, invito a leer el siguiente documento (del cual, lamentablemente, nunca salió la última versión) preparado por la pastora luterana Ute Seibert:
Consideraciones teológicas sobre al aborto; así como la carta que nos hiciera llegar la conferencia pastoral conjunta de la Iglesia Evangélica Luterana en Chile (IELCH) y la Iglesia Luterana en Chile (ILCH):
Con fuerte voz clamo al Señor.
Destaco, sobre todo, que el luteranismo no se ha detenido tanto en discutir sobre la perspectiva legal y filosófica de la cuestión, sino que se ha preocupado principalmente de que los pastores asuman un postura [válgase la redundancia] pastoral. Una postura de acompañamiento a las personas que se ven enfrentadas al aborto, considerando el contexto real en que se desenvuelven. Esto me representa completamente.
En un sentido pastoral, hemos de reconocer (nos guste o no) que la decisión de abortar (o no abortar), será siempre de la madre y que hemos de respetarlas. No podemos imponernos. Por otra parte, estamos llamados siempre a luchar por la vida y en la Biblia tenemos hermosos pasajes (
Jer.1:5, Is.49:1,5, Sal.139:13,15,16) en que se destaca cómo Dios nos tiene presente aún antes de nacer. Aunque el tema del inicio de la vida desde el vientre materno no es –al menos en primer lugar- el interés de estos pasajes. En este sentido no es posible centrar el mensaje del texto como haciendo referencia a la discusión sobre el inicio de la vida humana. Lo que se muestra es que el amor de Dios abarca a todos los seres vivientes, incluyendo aquellos y aquellas que están en proceso de formarse en personas.
Mas allá del contenido de los documentos compartidos, y sin profundizar mucho en aspectos teológicos ni bioéticos, me quiero referir a la situación en Chile, la cual me desconcierta por completo. Me referiré a dos aspectos, expresando mi opinión personal:
- La propuesta protestante de un Estado Laico, enfocada siempre en promover la igualdad y la libertad de consciencia, de culto y de expresión, muy contraria a la propuesta de un Estado Religioso y a la de un Estado Laicista.
- La solución al problema real en que la Iglesia debería trabajar, coherente a la misión integral que Dios le ha dejado.
La propuesta protestante de un Estado Laico.
Sabemos que la república chilena que conocemos hoy proviene de la colonia española, en que la iglesia católica colonial dominaba todos los aspectos de la vida. Entonces, desde el inicio de la colonia (1598) hasta la separación legal de Iglesia y Estado (Constitución de 1925) Chile fue una nación católica. Chile fue un Estado Religioso que prohibía toda expresión o práctica que no estuviera sujeta a la moral o autoridad eclesial católica, y luego la permitiría solo en privado, sin derecho a expresarse públicamente ni a aceptar a nuevos adherentes entre los chilenos. Menos mal que desde 1925 ya no es así, y en ello destaco principalmente el trabajo de los presbiterianos, como bien lo expresa el pastor Juan Wehrli en los siguientes videos:
Sin embargo, la educación en torno a los derechos de libertad de culto y expresión ha sido casi nula, y culturalmente seguimos arrastrando la sombra de la era colonial. El ideal católico sigue siendo el de una sociedad católica, el de mantener vivo el concepto de "cristiandad", en que la autoridad civil trabaja dentro a la moral expresada por el magisterio romano. El Estado se ha separado de la iglesia romana, pero como diría el Arzobispo Errázuriz: “la iglesia [católica romana] nunca abandonará el Estado”. Tengo esperanzas de que se equivoque.
Contradictoriamente, la "teología del dominio" promovida por iglesias evangélicas estadounidenses es similar a la católica-romana y ha tenido gran influencia en los evangélicos chilenos, promoviendo la idea de que el cristiano está llamado a "ser cabeza y no cola", a gobernar e imponer su moral y orden en este mundo, cosa que considero completamente anti-bíblica (
Mt.20:20-28; Mr.10:35-45; Jn.18:36; Mt.22:21; Mr.12:17; Lc.20:25).
Por otro lado está el movimiento laicista anti-religoso, cuyos adherentes suelen ignorar que la separación de Iglesia y Estado se debe justamente a la fuerte convicción religiosa de los evangélicos-protestantes, que llegaron a Chile gracias a la independencia nacional. Al igual que un Estado Religioso, un Estado Laicista no admite expresiones disidentes a la ideología oficial del Estado. El laicismo busca limitar la religión y la espiritualidad a los ámbitos privados y no acepta que los cristianos argumentemos cuestiones morales o políticas a partir de nuestra fe, ni tener establecimientos confesionales de educación o de salud.
Ante todo esto, hay que repasar las motivaciones iniciales de la formación de un Estado Laico, las cuales están enfocadas en promover la igualdad y la libertad de consciencia, de culto y de expresión. No deben haber ciudadanos con mayor poder sobre las decisiones del Estado que otros. En ese sentido propondría que nuestra democracia representativa caminara hacia una democracia participativa, cosa que se escapa del tema. Pero la importancia de un Estado Laico es que la postura de un ministro religioso no puede pesar más ante la ley que la de un ciudadano cualquiera, pero tampoco debe ser silenciada. El deber de los discípulos de Cristo es siempre exhortar a la sociedad a partir de la fe, pero nunca desde una postura de dominio [2].
He ahí que me desconcierta la forma arrogante en que la mayoría de los católicos y evangélicos pretenden que Chile se mantenga, a cualquier costo, dentro de lo que ellos consideren que es una moral cristiana, independiente de que sea la opinión de la mayoría o no, e independiente de que solucione el problema real o no. Sin embargo, veo con buenos ojos que los cristianos salgan a la calle a dar su opinión y su voz profética. El problema es que, en vez de verse un interés real por la defensa de la vida, destaca la hipocresía moralista "pro-vida" que se preocupa de que el humano nazca, pero luego es completamente indiferente a esa vida y a las injusticias socioeconómicas en torno al acceso a un aborto seguro o a prevenir las circunstancias que llevan al aborto.
Así mismo, lamento fuertemente la postura de muchos cristianos (incluyendo luteranos) que 1) no muestran ninguna gratitud hacia Dios por el don de la vida, argumentando que la vida del no-nacido no tiene valor o que la vida en la pobreza o la discapacidad no es digna de ser vivida, 2) promueven una moral sexualmente liviana, según la cual el sexo es exclusivamente recreativo, negando la dimensión procreativa y el compromiso amoroso inherente a toda relación sexual, 3) promueven posturas laicistas. Una verdadera pena.
La solución al problema real
Ya habiéndome referido al concepto de Estado Laico, me detengo un poco más en el proyecto de ley [3]
Primero, decirles en seguida que mi opinión personal sería la de regular efectivamente el asunto del aborto, con el fin de eliminar la clandestinidad y ayudar al Estado, a las iglesias y a las ONG's a que acompañen a las personas que se ven expuestas al aborto. Primeramente para prevenir el aborto y males relacionados, pero también para acompañar a las madres que han optado por el aborto. De todas formas, hay casos de aborto terapéutico que deberían ser una alternativa, pero siempre que sea bien reglamentado.
La prohibición absoluta solo logra condenar a las mujeres en contextos de pobreza y no logra erradicar el aborto, sino que promueve la clandestinidad y abortos peligrosos, impidiendo que tengamos conocimiento cierto respecto a los abortos que se realizan e impidiendo que trabajemos en proyectos que ayuden a prevenirlos.
El proyecto de ley actual es un chiste. Habla de 3 causales, pero los vacíos que contiene permitirían que un médico general aborte legalmente a un niño a punto de nacer, sin justificación alguna más que su título profesional y la voluntad de la madre. En la práctica, se está legalizando el aborto a secas, pero con un disfraz que lo hace menos chocante[4].
Así mismo, el proyecto de ley no da derecho a enfermeros ni matrones a la objeción de consciencia, sino que solo a médicos.
Con todo, el aborto tiene consecuencias negativas, inmediatamente contra el no-nacido y también para la madre. Sin embargo, el aborto es más un síntoma que un problema en sí mismo. El problema real tiene que ver con:
- La carga económica que implica tener hijos, principalmente en lo que refiere a vivienda, salud y educación, que no son consideradas derechos, sino bienes de consumo a merecer a través de la riqueza;
- La inestabilidad y disfuncionalidad familiar, que se debe en gran parte a las bajas remuneraciones y oportunidades laborales, que obligan a que ambos padres (o los responsables de la casa) se expongan a largas jornadas que no permiten una vida familiar sana;
- La violencia sexista que impregna nuestra cultura, de la cual nacen las violaciones, la dependencia económica de muchas mujeres y la criminalización de las mismas;
- El alcoholismo, la drogadicción y la delincuencia, que catalizan la violencia sexista y la disfuncionalidad familiar;
- La negligencia estatal en cuanto a su responsabilidad con los menores, cosa que se ve claramente en establecimientos del Sename, que más bien parecen cárceles en que los menores son violentados y expuestos fuertemente a la delincuencia;
- La marginalización sistémica de las familias con integrantes de capacidades diferentes, o con alguna disfuncionalidad corporal o mental;
- La poca educación sexual de la población y la poca prevención de la violencia sexual;
- Nula asistencia a mujeres y familias que se ven expuestas a la necesidad de abortar;
- Suma y sigue...
Teniendo tal tremenda lista de problemas reales, de los cuáles el aborto no es mucho más que un síntoma, me parece poco producente que la Iglesia se desgaste en negar rotundamente el síntoma, perdiendo con ello el tiempo que podría invertir en una solución real. Tampoco he escuchado nada respecto a estos problemas de parte de autoridades ni en medios abiertos, al menos no en relación al tema del aborto.
Así mismo... me preocupa que facilitar el aborto sea finalmente un parche que haga menos urgente atacar los problemas de fondo.
Respecto a la acción de la Iglesia, esta ha de estar dirigida siempre por su misión integral. Como comunidad cristocéntrica hemos de proclamar que la única solución verdadera es que nos reconciliemos con Dios, que nos volvamos a Cristo y que venga el día en que Él juzgue e instaure su reino plenamente, con el que traerá plena reconciliación y restauración para la creación entera, en todas sus dimensiones. Insisto en que ninguna conversión puede ser impuesta y que hemos de proclamar respetuosa y humildemente.
Mientras esperamos la plena instauración del reino, hemos de ser verdaderos discípulos y dar señales hoy del reino de Dios, que de alguna forma ya está presente en medio nuestro. Es en la vida comunitaria en torno a la Palabra de Dios, que el cuerpo de Cristo se hace visible, palpable y concreto para el mundo, abriendo espacios integrales de comunión con Dios. Así mismo, nosotros seremos capaces de ver a Jesús mismo en cada una de las personas que nos rodean y disponer nuestra vida en su servicio.
Que el poder civil esté legislando en torno al aborto debe ser visto como una oportunidad para proponer múltiples programas de acompañamiento a mujeres expuestas al aborto, de programas que acojan y sustenten a mujeres y niñas expulsadas de sus hogares, así como de la creación de un sistema digno de adopción y cuidado de menores, de impulsar la justicia de género y una sociedad más comunitaria, poniendo en el tapete las injusticias que nos llevan a abortar a tanta gente, sea que estén por nacer, que sean niños, que sea adultos o que sean ancianos que no encajen en el sistema neo-liberal que nos esclaviza.
No tengo tapujos en decir que el sistema económico-político en el que estamos es contrario a la propuesta cristiana y que es éste el problema real que debemos atacar. La misión de la Iglesia se caracterizará por proponer un estilo de vida distinto, por ejemplo, el que propone la ONG Tearfund:
Economía Restaurativa.
He ahí mi gran exhortación, a que como cristianos nos unamos para presentar la propuesta bíblica de una sociedad comunitaria e integral, denunciando la idolatría que caracteriza el modelo imperante.
Concluyendo este artículo, y en concordancia con lo expuesto por los pastores luteranos el año pasado, lo aquí expresado no es más que mi humilde opinión como un discípulo de Cristo más. El llamado es a tratar estos temas de forma abierta y de buscar juntos, guiados por las Sagradas Escrituras y el Espíritu Santo, el camino para promocionar la vida en todos sus sentidos.
Dios nos ayude. Amén.
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En este artículo he decidido usar el tradicional uso masculino de forma inclusiva, tanto para hombres como para mujeres, pues es un tema complejo y deseo evitar confusiones. La cuestión del lenguaje inclusivo, aunque lo considere justo, es una tema sobre el cual todavía no hay consenso y todavía resulta engorroso.
[1] Una posible lista rápida y escueta de noticieros cristianos podría ser:
- http://alc-noticias.net/es/
- https://americalatinacaribe.lutheranworld.org/
- https://www.lutheranworld.org/
- http://protestantedigital.com/
- http://cpt.org/es
- http://www.globalchristianforum.org/
- http://www.noticiacristiana.com/
- https://www.aciprensa.com/noticias/
[2] Las iglesias evangélicas-protestantes históricas han apoyado desde la Reforma (siglo XVI) la separación de la autoridad religiosa de la civil (la de la Palabra y la de la espada). Contradictoriamente igual terminaron aliándose con el Estado y utilizaron su poder coercitivo para imponer sus dogmas y su moral, todavía bajo el concepto de "cristiandad". Personalmente, considero que la propuesta más adecuada, especialmente en nuestros tiempos posmodernos que han echado abajo la idea de "cristiandad", es la del anabautismo menonita, en la que la Iglesia estaría llamada a ser una comunidad de vida alternativa que sirve en el mundo con un testimonio pacifista e igualitario, asumiendo autoridad civil solo si esta no obliga a dominar a otro. Como luterano igual debo destacar la importancia del sacerdocio universal, según el cual un oficio civil es tan santo como un oficio religioso, y según el cual no podemos ver lo mundano y lo espiritual como dos cosas separadas.
Relacionado al tema, me siento llamado a lamentar la responsabilidad histórica que los luteranos tenemos respecto a la persecusión de anabautistas. Al respecto recomiendo leer el documento luterano-menonita:
La Sanación de las Memorias: Reconciliación por Medio de Cristo.