Yo participo en una Iglesia Evangélica Luterana tradicional, formada por la colonización alemana, muy influenciada por la teología liberal europea. El tema de la libertad es crucial, es una de las cosas que me gustan, y todos sabemos que Dios nos hace libres por amor, por gracia, no por nuestros méritos. Pero... ¿de qué nos hace libres? ¿Para qué nos hace libres? ¿Qué es la libertad?
A los luteranos nos gusta la palabra "libertad". Nos refiramos a las libertades individuales o a la liberación de los oprimidos... siempre se trata de ser libres. ¿De qué somos liberados? La Federación Luterana Mundial ha usado este slogan (What are you freed from?) para impulsar esta reflexión. Yo diría que impulsa esta reflexión como respuesta al vacío generalizado en la cultura luterana. En esto soy muy auto-crítico. Como la palabra "pecado" se ha vuelto tabú, no se tiene consciencia de qué nos ha liberado el amor de Cristo. La pregunta "de qué somos liberados" es el eufemismo de "qué es el pecado".
Pero no quiero predicar ahora respecto a qué pienso respecto al pecado y de qué o para qué he sido liberado. Simplemente llamo a reflexionar respecto a esto. ¿Qué es la libertad? Lo que yo veo es que, lamentablemente, se suele asociar la libertad con la independencia. Pueden llegar a ser sinónimos, libertad e independencia. Entonces, más que de libertad, nuestra cultura luterana está impregnada de la independencia. Nos hemos hecho esclavos de la independencia y el individualismo. Somos independientes de Dios, independientes de la Biblia y por supuesto que somos independientes de la Iglesia.
La independencia es lo contrario al Evangelio, que nos habla de Dios como de un Padre amoroso del cual dependemos y habla de que somos una familia de hermanos. Que somos miembros de un cuerpo, interdependientes los unos de los otros.
Deseándoles la bendición de Dios, me despido parafraseando las palabras de Jean Vanier, fundador de L'Arche:
Lo que diferencia a una comunidad de un club es que en una comunidad explicitamos nuestra pertenencia mutua y nuestros lazos; anunciamos nuestros fines y el espíritu que nos une. [...] Un club, o una ONG, puede convertirse en una comunidad cuando su sentido de pertenencia crece, cuando se abre a los demás, cuando sus miembros se sienten verdaderamente responsables los unos de los otros.